¡A pintar!
Ese cumpleaños fue inolvidable para Lucía. Todos sus seres queridos la visitaron y no sólo que su madre le hizo su tarta de manzanas favorita, sino que su casa quedó colmado de regalos.
Cuando los invitados se fueron, ella corrió enloquecida a ver los regalos uno por uno. Lo que más deseaba era una muñeca nueva que todas sus amigas ya tenían. Pero al abrir el último regalo, notó con decepción que no estaba la muñeca entre ellos.
Su madre para animarla, le acercó otro regalo que contenía varios elementos para pintar. Lucía no estaba demasiado convencida, así que se fue a dormir pronto.
Al otro día, al levantarse investigó el cuadro en blanco un poco más y al rato ya estaba pintando sin acordarse de nada más.
Así fue que Lucía se convirtió en una gran pintora y siempre agradeció ese tan lindo regalo. A veces lo menos esperado puede convertirse en lo mejor.