Cuentos de elefantes: Romalda y Romaldito
Aquella tarde Romalda, mejor conocida como mamá elefante, emitió un grito con su inmensa trompa que se escuchó en cualquier rincón de la selva; casi todos los animales se asustaron por completo, menos Romaldito que era su hijo, sabía que ella lo estaba llamando.
Romaldito corrió a toda velocidad hasta su casa y le dijo:
- ¿Qué pasó mamá? ¿Por qué me estabas llamando?
Romalda lo acercó hasta la mesa y le dijo:
- Mira lo que te preparé hijo.
Cuando Romaldito se acercó hasta la mesa, se quedó con la trompa abierta, allí estaba uno de sus platos preferidos “Churros con chocolate”. Con un poco de desesperación se sentó y comenzó a devorarse uno a uno, saboreando y celebrando aquel exquisito sabor.
Mama elefante o mejor dicho Romalda, se acercó y le dijo:
- Hijo ya es tarde, comes, te lavas los dientes y por favor te acuestas.
Romaldito le dijo a su mamá:
- ¿Mami pero no puedo ver un poco de televisión?.
Ella lo vio con esos ojos de ternura que siempre tiene una madre para un hijo, afirmando con la cabeza que lo podía hacer y comentando a la vez:
- Pero no olvides lavarte los dientes.
Romaldito se quedó un rato sentado en la televisión, pensando en lo delicioso que estaban los churros, a los pocos minutos le dio un sueño muy profundo y decidió irse a acostar. Cuando ya estaba en la cama, su mamá se le acercó y le dijo:
- ¿Romaldito te lavaste los dientes?
El sin vacilar respondió afirmativamente, aunque no lo había hecho, pero era mayor su flojera que su deseo de levantarse, apenas se durmió comenzó a soñar con su cepillo de dientes, lo reconocía porque era del mismo color azul purpura con una raya de color amarillo eléctrico que lo atraviesa por todo el medio, la única diferencia que tenía, es que el cepillo del sueño hablaba.
- Hola Romaldito, hoy te portaste muy bien, pero no te acordaste de mí antes de acostarte.
Nuestro amigo algo sorprendido, en el sueño, voltea y le dice:
- ¿De cuando acá uno tiene que acordarse de un cepillo de dientes antes de acostarse?
El cepillo movió sus cerdas en un movimiento de negación, como tratando de expresar un “No lo entiendes” y le dijo:
- Es importante que te acuerdes de mí todas las noches antes de acostarte, porque si lo haces con los dientes limpios, te va a garantizar que en un futuro ellos puedan ser grandes, fuertes y resistentes.
Romaldito en el sueño tenía una cara de asombro, porque no sabía que responder en esta oportunidad, no obstante aquel cepillo no lo dejó, inmediatamente le comentó:
- Por otro lado no debes mentirle a tu mamá, ella quiere lo mejor para ti, te hace los churros con chocolate más exquisitos que hay en la selva, con amor y con esfuerzo, y después no eres capaz de lavarte los dientes.
Romaldito despertó de aquel sueño con un sobresalto y para su sorpresa, Romalda su mamá estaba frente a él con el cepillo de dientes en la mano. Nuestro pequeño amigo la abrazó y le dijo:
- Perdona mamá, me acosté sin cepillarme los dientes.
La mamá le besó la frente y con mucha dulzura le dijo:
- Lo sabía hijo, apenas te acabas de acostar, vengo del baño de buscar tu cepillo de dientes para que vayas y lo uses.
Romaldito se dio cuenta, que aquel sueño lo tuvo en apenas unos minutos que se durmió. Se levantó y se dio la mejor lavada de dientes de toda su vida, se acostó muy contento y desde entonces nunca deja de usar su cepillo antes de dormir.
Moraleja: Cada vez que mi mamá me pide algo, es por mi bien. Debo hacerle caso.