El bosque de los colores
La primera vez que Clarita visitó el bosque de los colores, quedó impactada. Miraba sorprendida las dimensiones de aquellos arboles y flores, y lo mejor de todo, los colores vibrantes que tenían cada uno de ellos, azules, rosados, verdes claros, rojos y muchos más.
Eran diferentes todos, pero todos tenían algo en común, una hermosura inigualable. Clarita, que vivía en la ciudad, también quedó encantada con la pureza del aire, y era cierto, se respiraba otro aire mucho más puro y fresco y suave.
Al retirarse del bosque cerró los ojos una última vez para llevarse con ella todas esas sensaciones y de repente tuvo un impulso de llevarse algo de la naturaleza de recuerdo. Sin embargo, recordó las palabras de su padre que siempre le decía: “Aquello que encuentras en los bosques debe quedar en los bosques, así otros también lo disfrutan como tú”.