El zorro y el cuervo
Érase una vez un cuervo que, subido a una rama, miraba a su alrededor en busca de algo para comer.
La oportunidad llegó pronto.
No muy lejos, una pequeña familia estaba haciendo un lindo picnic, y en un rincón, encima de la tela tirada en el suelo, ella había colocado una linda canasta llena de pedazos de queso.
El cuervo se abalanzó, con un movimiento rápido agarró un trozo de queso y voló lejos sobre la rama de un árbol alto. Estaba todo feliz.
Debajo de la rama donde se había posado el cuervo, pasaba un zorro, que de inmediato notó el trozo de queso en su pico. Se sentó allí y pensó: «Cómo me gustaría poner mis patas en ese trozo de queso…». Pero el cuervo estaba en una rama demasiado alta y ella nunca saltaría allí. Pero tal vez podría hacerlo usando su astucia. Ya sabes, los zorros son muy inteligentes.
– Buenos días Sr. Cuervo, pero que hermosas plumas tiene! Dijo el zorro.
El cuervo, al oír estas palabras, miró hacia abajo y la vio. Conociendo el tipo, el cuervo inmediatamente sospechó. «¿Cómo es que el zorro me da estos cumplidos?» El se preguntó; pero el zorro continuó:
– ¡También tienes un gran porte!
Al cuervo le empezaron a gustar todos estos halagos. «Bueno, en realidad tengo hermosas plumas negras», pensó, y comenzó a batir sus alas para mostrarlas.
– ¡Y qué pico más bonito tienes, parece pico de rey!
El cuervo no parecía estar recibiendo tanta atención. Y escuchar su pico alabado fue algo hermoso.
– Si tan solo pudiera escuchar una dulce melodía saliendo de ese pico… Me gustaría mucho escuchar qué maravillosas canciones puedes cantar… – continuó el zorro con un tono cada vez más halagador.
El cuervo estaba sobre la luna con felicidad. Después de tantos halagos tenía que demostrarle al zorro lo bueno que era cantando, así que abrió el pico y:
– Cra! Cra! Cra!
Y mientras el cuervo intentaba mostrar sus habilidades para el canto, el trozo de queso se le resbaló del pico. El zorro, que esperaba abajo, abrió la boca y el queso entró directamente en ella.
El zorro, encantado de haber conseguido ganarse el almuerzo sólo con su astucia, se despidió del cuervo, le dio las gracias y se alejó por el sendero del bosque.
El cuervo, pobrecito, se quedó con las alas y el pico abiertos de la sorpresa. Tenía que tener más cuidado, pensó mientras observaba al zorro alejarse.
“La próxima vez que alguien me haga tantos cumplidos, no seré engañado tan fácilmente. Trataré de entender si son cumplidos sinceros o si solo son una forma de sacarme algo”. Y se fue volando, buscando algo más para comer.