El zorro y la cigüeña
Las fábulas de Esopo siempre tienen una moraleja que enseñarnos, esta fábula por ejemplo explica qué si le haces una broma a alguien, también debes estar preparado para recibirla.
Este cuento de hadas puede ser útil si se trata de un niño al que le gusta hacer bromas pero que luego se enfada mucho cuando le toca recibir una…
Érase una vez un Zorro y una Cigüeña, que se habían hecho amigos. El zorro pensó entonces en invitar a almorzar a su nuevo amigo.
Pero cuando tuvo que decidir qué preparar, el Zorro pensó que lo mejor era jugarle una pequeña broma a la Señora Cigüeña.
Preparó un suculento caldo de verduras, y lo sirvió en un hermoso plato de porcelana, con los lados muy bajos, e invitó a la Cigüeña a probarlo.
La cigüeña, oliendo el olor del caldo, se sentó a la mesa y trató de beber el caldo aún humeante.
Pero con su pico largo y puntiagudo, la cigüeña no podía beber del plato bajo que el zorro le había preparado.
El zorro, que se divertía mucho detrás de la cigüeña, la invitó a beber y fingió no entender por qué no le gustaba.
La cigüeña entendió la broma del zorro, pero decidió sacar lo mejor de una mala situación.
– Discúlpeme señor zorro, pero hoy no me siento muy bien, creo que me iré a casa a descansar – dijo la cigüeña despidiéndose del zorro.
Unos días después fue la cigüeña quien invitó a almorzar al Zorro.
La cigüeña había preparado un magnífico plato a base de pescado, pero lo había colocado en un jarrón transparente de cuello largo y estrecho, donde su pico podía entrar perfectamente.
Pero el hocico del zorro era demasiado grande para llegar hasta el final, y cuanto más intentaba meterlo el zorro, más se enojaba.
El tentador olor del pescado que no podía comer la estaba volviendo loca, hasta que en cierto momento, cansada de que se burlaran de ella, espetó:
– ¡Me engañaste mi cigüeña! ¡Pones la comida en este frasco largo y de cuello angosto a propósito para evitar que coma! ¡Me voy!
La cigüeña miró al zorro con aire satisfecho y respondió:
– ¡Lo que se siembra se recoge!
Y continuó felizmente comiendo su delicioso almuerzo a base de pescado.
Moraleja de la historia: si te burlas de alguien, ¡recuerda que ellos también se burlarán de ti!