La abeja presumida
Érase una vez en un panal una abeja muy presumida y sabelotodo, ella siempre decía saber cómo solucionar los problemas y cómo hacer las tareas más efectivas. Ella era quien era más grande y hermosa, casi se comparaba con la abeja reina y aunque ella sólo era una abeja obrera se creía más que las demás.
Con el tiempo la abeja presumida comenzó a notar que las demás abejas se fueron alejando de ella, que ya no querían trabajar a su lado y que tampoco se comunicaban con ella. Muy pronto la abeja comenzó a extrañar a sus compañeras de panal y a intentar investigar por qué ya sus compañeras ya amigas no querían hablar con ella.
En el panal, la abeja más sabia y vieja era la abeja reina, por eso la abeja presumida se acercó un día a conversar con ella; prontamente le preguntó a la abeja reina, que, por sabia, conocía que la humildad era un valor muy importe. Prontamente la Reina le dijo:
“Debes entender que la sabiduría y el conocimiento son importantes para ti, pero todos no sabemos las mismas cosas. Algunos saben más de otras cosas que tú, y el saber más sobre alguna cosa no se te hace mejor que los demás”.
Y le dijo: “Es por eso que las demás abejas, ya no quieren hablar ni trabajar a tu lado, porque has presumido saber más que las demás y a las demás no les gusta que te portes así-; – no todas están obligadas a saber sobre las cosas que tú sabes”.
La abeja presumida comprendió que no había sido humilde con las demás y comenzó a comportarse de modo diferente. Comenzó a ser humilde y tolerante con sus compañeras obreras, y de ese modo las demás abejitas comenzaron a acercarse, poco a poco y con humildad las demás abejitas comenzaron a comprender mejor sus tareas y hacerlas más eficientes.