La bruja tartamuda
Brujiana era una bruja tartamuda de las de escoba y caldero. De las que preparan pociones y tienen una risa escandalosa. Pero Brujiana, al contrario de lo que podrías creer, no era una de esas brujas siniestras que se comen a los niños, hacen aquelarres y convierten a la gente en sapos.
Brujiana era una bruja tranquila que vivía en su casa con un gato. Mantenía su casa limpia, aunque la puerta del baño rechinaba y a veces dormía hasta tarde. Brujiana incluso era de buen ver. Cantaba bonitas canciones, y tenía muy buena voz. Creo que, si tu tío la conociera, podría pensar en casarse con ella.
Ah, y otra cosa: Brujiana era tartamuda. Sobre todo, cuando estaba nerviosa, las palabras se le pegaban en sílabas y tardaban una eternidad en salir. Por eso, procuraba estar calmada cuando pronunciaba conjuros y hechizos, para que no salieran mal. Una vez hizo engordar demasiado a un oso al pronunciar un conjuro para que se le quitara el hambre y no se la comiera a ella.
Una vez hubo una feroz sequía en el pueblo cercano, y a los pobladores no se les ocurrió mejor idea que pensar que era culpa de Brujiana. Fueron enfurecidos a su casa; no para preguntarle sobre la sequía ni para reclamarle. Fueron a quemar su casa, con ella dentro.
La pobre bruja tartamuda se puso muy nerviosa cuando vió a la gente furiosa con antorchas acercándose. Intentó un hechizo para que se calmaran, pero comenzó a tartamudear. Las palabras completas no le salían, y la gente comenzó a llegar. Ya algunos estaban prendiendo fuego a la casa.
En ese momento, Brujiana cerró los ojos, suspiró… y comenzó a cantar.
Una melodía suave y potente llenó el aire, haciendo que las personas se detuvieran. La canción hablaba de los ríos, de los mares, de las nubes y de la llovizna. La gente, confundida, pero encantada, no estaba segura de qué hacer. La casa de la bruja tartamuda seguía quemándose.
En ese momento, comenzó a llover. La lluvia era firme, y abundante, y fue suficiente para apagar el fuego, y suficiente para tranquilizar a los pueblerinos, que estaban seguros de que la canción tenía un hechizo para que lloviera. La poblada se retiró a sus casas.
A la mañana siguiente, algunos habitantes fueron a la casa de Brujiana a llevarle algunos víveres, y a ofrecerle ayuda para reparar su casa. Pero la bruja tartamuda no estaba. Asustada por el incidente, decidió mudarse a un sitio más tranquilo.