La fiesta del Oso
Era una tibia tarde de primavera, la suave brisa movía las hojas de los árboles del bosque, allí reunidos junto al lago se encontraban los habitantes del lugar, estaban el pato Julián con su hermana Ceci, también la tortuga Charles, el búho Severino, la cabra Molí y el conejo Suertudo, todos planeaban la fiesta que le darían a su gran amigo el oso Alfredo, quien ese día saldría de su cueva pues había finalizado el invierno más frío que recordaran y como todos los años sus amigos le agradecerían con una fiesta todas las veces que Alfredo les había ayudado en el año anterior.
Alfredo era un gran oso pardo, su corazón era del tamaño de su cuerpo, todos lo querían porque siempre estaba dispuesto a socorrerlos cuando algún peligro se avecinaba y en muchas ocasiones, cuando las cosas se ponían difíciles compartía el alimento y su cueva con todos los que lo necesitaran.
Las ideas para llevar a cabo la fiesta fueron muchas y variadas, poco a poco fueron arreglando el espacio, llegaron los grillos y las ranas del estanque para amenizar con sus melodías, las abejas llevaron la miel para deleitar a Alfredo quien era muy goloso y hasta Rafael el viejo chimpancé aportó las frutas que iban a comer en el agasajo.
Los minutos fueron pasando pero Alfredo no aparecía, la preocupación se hizo presente, ¿Será que el querido oso no pudo despertar de su sueño de invierno? se preguntaban todos y juntos corrieron desesperados hasta la cueva de su amigo, allí lo encontraron acostado, con los ojitos cerrados y muy débil, estaba muy cansado.
Todos unieron sus fuerzas para que el querido Alfredo se sanara rápidamente, las abejas trasladaron la miel en sus cuerpos y fueron depositándola en la boca del oso, las ranitas le llevaron agua fresca, las luciérnagas alumbraban con su luz el interior de la cueva y los grillos y los pájaros cantaron suavemente para él.
Poco a poco Alfredo fue despertándose al sentir el cariño y los cuidados de todos sus amigos, siempre fue él quien los salvaba pero hoy la historia cambió y logró recobrar sus fuerzas, vitalidad y alegría gracias a la ayuda de todos sus amigos del bosque. No importa lo pequeños que fuesen, todos se unieron y lograron que Alfredo disfrutara de la nueva primavera para finalmente divertirse de lo lindo en la fiesta del oso.
Moraleja: “Siempre trata bien y ayuda a tus semejantes pues nunca sabrás cuándo necesitaras de ellos para seguir adelante”