La sorpresa
El año había tenido sus momentos buenos y malos, pero en lo que al estudio respecta, por haber terminado con altas calificaciones, Marcos recibió de regalo el famoso “robot boxeador”. A él simplemente le había llamado la atención cuando lo vio en la tienda, pero sinceramente le hubiera dado igual cualquier otro juguete y peor aún no era muy amante del boxeo.
De todas formas, agradeció el obsequio y se retiró a la sala. Al quedarse sólo con el robot, lo investigó y lo encendió. Al principio todo parecía absolutamente normal, pero al poco tiempo comenzó a caminar hacia él, repitiendo “Enemigo, enemigo”.
Asustado Marcos fue a contarle a su hermano mayor lo que le había pasado, y él comenzó a reir sin parar. Fue ahí que se dio cuenta que le había gastado una broma pesada. Marcos pensó: “aquellos a quienes no les gustan las bromas tampoco deberían hacerlas”.