Los tres lobitos y el río
Aquella tarde como todas las anteriores Lobito salió de su madriguera con sus hermanos a jugar en el bosque, en esta oportunidad los cachorros decidieron acercarse al riachuelo pese a que mamá Loba les había advertido muchas veces que no fueran a ese lugar ya que eran aún muy pequeños y habían muchos peligros en el sitio.
Saltando entre roca y roca llegaron al pequeño río, las nubes en el cielo estaban muy espesas y oscuras, a lo lejos se escuchaban los estruendos de los truenos que estremecían la montaña. Los pequeños lobos se sumergieron en el agua, chapoteaban y jugaban alegremente sin pensar en que el peligro se aproximaba.
Poco a poco comenzó a llover en el bosque, la lluvia cada vez se hacía más fuerte y mamá Loba empezó a preocuparse por sus hijos, un mal presentimiento le llegaba a su mente cuando escuchó a lo lejos un ruido ensordecedor que se aproximaba con fuerza, en ese momento no dudó ni un segundo y corrió sendero abajo hacia el riachuelo.
A medida que se aproximaba escuchaba el ruido de las rocas y el agua que bajaban por la ladera de la montaña y a lo lejos los aullidos desesperados de sus hijos. Cuando por fin llegó al lugar, observó como sus tres cachorros se habían trepado en un trozo de madera que se había desprendido de un árbol con la tormenta, pero esa rama estaba a punto de ser arrastrada por la corriente de ese enorme río que ahora ocupaba el sitio del pequeño riachuelo.
De un salto llegó al centro del río donde la rama estaba por terminar de desprenderse, la tomó con su boca y nadando con todas sus fuerzas la arrastró hasta la orilla, allí sus tres pequeños hijos saltaron a un lugar seguro justo en el momento en que la rama fue arrastrada por el agua.
Mamá Loba abrazó y lamió a sus cachorros y les recordó sus palabras cuando les advirtió de los peligros que podían correr en el río, pues aunque pareciera un lugar tranquilo y seguro, donde había muy poca agua, en cualquier momento la naturaleza podía cambiar el paisaje y convertirlo tal como lo hizo en un caudaloso, brioso y peligroso río.
Moraleja: “Nunca subestimes lo que parece débil e insignificante, pues cuando menos lo esperas su verdadera fuerza asomará y puede alcanzarte”