Un brillante día de sol
Que más podían pedir Fernando, Pablo y Rodrigo que un brillante día de sol para concretar el tan ansiado día de pelota, que juntos habían planeado el día anterior.
Cuando el sol apareció en su ventana, saltaron de la cama, desayunaron, se vistieron y con sus bolsos y un sabroso pastel de pollo que su abuela les había preparado se fueron al parque.
No había nada más rico que el famoso pastel de la abuela Luisa. Una vez allí, los niños dejaron el pastel sobre el césped y salieron alegremente corriendo tras la pelota. Al rato tuvieron hambre y ¡qué sorpresa se llevaron al volver! Las hormigas habían atacado el pastel y ya quedaba muy poco.
Pero aprendieron algo que jamás olvidarían, nunca hay que dejar comidas o dulces sin reparo, ya que las hormigas son ingeniosas y rápidamente se encargan de organizarse y devorarlas.